Las empresas están transformando progresivamente sus estrategias y modelos productivos en búsqueda de sistemas que protejan a sus empleados, clientes y entorno. En algunos casos, estos ajustes han significado que las empresas modifiquen sus procesos operativos o adopten nuevas tecnologías para incorporar y mantener estándares de sostenibilidad y, al mismo tiempo, garantizar un mínimo de rentabilidad.
En otras palabras, las empresas sostenibles consideran los factores ambientales, sociales y de gobierno (ESG) que pueden afectar su negocio. Es más probable que los consumidores compren productos de empresas comprometidas con el uso responsable de los recursos naturales, las prácticas éticas y la transparencia.
En el siguiente artículo vamos a desarrollar los beneficios que se derivan de la implementación de acciones orientadas a la sostenibilidad corporativa.
Las estrategias de sostenibilidad en entornos corporativos suelen vincularse a pérdidas económicas. Esto es claramente un mito, ya que la sostenibilidad ayuda a lograr una mayor eficiencia y preservación de los recursos, lo que a su vez desemboca en una mejora de la productividad y una reducción de los costes operativos. Aquí se incluyen acciones como el apagado de luces innecesarias, el aislamiento de paredes y la instalación de sistemas geotérmicos de calefacción y refrigeración. La implementación es inicialmente costosa, pero los resultados a largo plazo justifican el dinero invertido.
Con la agenda 2030 en el horizonte, no son pocas las regulaciones y leyes que se están implementando con la idea de combatir el cambio climático. La integración de estrategias de sostenibilidad corporativa ayuda a las corporaciones a tener mayor margen de maniobra respecto a las nuevas iniciativas legales.
A los profesionales les gusta vincularse con lo socialmente aceptado, especialmente si hablamos de generaciones más jóvenes con una mayor concienciación ambiental. No quieren estar asociados a empresas relacionadas con desastres ecológicos o escándalos sociales. Por ello, las compañías respetuosas con el medio ambiente y laboralmente responsables, no solo fidelizan más y mejor a sus empleados, sino que conseguirán una cartera de clientes que respeta sus valores.
Esta es probablemente la forma más simple y obvia de participar en prácticas sostenibles. Ya en la década de 1990 las oficinas recolectaban latas vacías para reciclar, iniciativa que con los años ha abarcado muchas otras áreas: la eliminación de desechos en papel sustituyendo documentos físicos por dispositivos electrónicos, la reelaboración o desarrollo de nuevos procesos que usan menos materias primas y la sustitución de cambio de luces incandescentes por bombillas LED.
La transición a prácticas sostenibles puede requerir la renovación de productos, procesos o sistemas para adaptarse a nuevos escenarios. Las empresas pueden fomentar la innovación y la creatividad entre sus empleados y proveedores.
Las empresas tendrán dificultades para funcionar y prosperar si se agotan los escasos recursos naturales o si los desastres golpean a la comunidad donde operan. Por lo tanto, la implementación de sostenibilidad corporativa garantiza la continuidad de la empresa al conservar o regenerar los recursos disponibles e implementar estrategias que sirvan para prevenir y prepararse ante posibles desastres
El trabajo remoto se ha vuelto indispensable en los últimos 3 años, especialmente a partir de la experiencia del confinamiento. Este nuevo estilo de trabajo (ya sea full time o híbrido) ha permitido a los empleados disponer de mayor flexibilidad en su vida laboral y eliminar tiempos de desplazamiento entre el hogar y la oficina.
Esta dinámica es excelente para el medio ambiente, ya que se traduce en menos vehículos circulando en cómputo global. Esto reduce notablemente las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
Además, con menos personas en la oficina, las empresas pueden ahorrar dinero que generalmente se gasta en almacenar, iluminar y calentar el lugar de trabajo.
Las empresas sostenibles son más horizontales en lo referido al liderazgo. Esto quiere decir que están dispuestas a dialogar de forma activa con departamentos, empleados y clientes, además de tomar el pulso a la sociedad civil.
Esto les posibilita una cosmovisión holística de la realidad, la cual se necesita para abordar retos que, además del medio ambiente, incluyen la lucha por la igualdad, los salarios justos, la diversidad social, etc.
Una empresa vertical, autoritaria y sin capacidad de escucha, no podrá atender a las demandas de una comunidad que cada día está más concienciada con su entorno.
